martes, 5 de febrero de 2013

Historias al calor de un café (III)


Clara conoció al amor de su vida cuando tan solo era una niña y desde entonces siempre le había amado y encontrado en él el apoyo, la fuerza y la alegría para seguir adelante. Pero su amado tenía una particularidad, se trataba de una ciudad, Roma.
La vio por primera vez cuando tan solo tenía 7 años en un viaje con sus padres y a pesar de adorar Madrid, la ciudad donde vivía, se quedo fascinada por su encanto, no sabría explicar que fue, pero quedó atada para siempre a la Ciudad Eterna. Desde ese momento se volcó de una manera casi obsesiva a estudiar todo en torno a ella, su historia, sus calles, sus edificios, todo lo que tuviera alguna relación le fascinaba.
Fueron pasando los años y volvió todas las veces que pudo, un par de veces más con sus padres de regalo por sus graduaciones en el instituto, con sus amigas de la universidad antes de licenciarse en periodismo y hace un año con su antiguo novio.
Sin embargo las razones por las que volvía ahora eran diferentes. Con 27 años acababa de encontrarse en cuestión de dos meses sin trabajo en el pequeño periódico que trabajaba y rompiendo con su novio después de 5 años de reacción. Sentía que todo su mundo se venía encima y no podía hacer nada por evitarlo, así que decidió tirar de sus ahorros e ir a pasar una semana con su amor, con quien siempre encontró consuelo.
Llegó por la tarde a su hotel, a las orillas del Tiber y sin esperar un minuto salió a pasear. Pronto calló la noche y decidió volver andando junto al río. Tras unos minutos decidió pararse en el Ponte San´t Angelo a contemplar el río y la ciudad que se extendía junto a el. En ese momento notó una enorme paz en su interior, sensación que hacía mucho que había perdido y que creía irrecuperable. Cerró los ojos y disfruto del momento, sintiendo cada bocanada de aire como la más deliciosa de su vida. Finalmente abrió los ojos, y de nuevo la hermosa postal ante sus ojos, pero algo llamo su atención, había aparecido a escasos metros un joven que la miraba, calculaba que tendría su edad. Le resulto increiblemente atractivo, con ojos oscuros, pelo negro y barba de unos días que marcaba aun más las facciones de su rostro. No pudo dejar de mirarle unos segundos, hasta que él, se acerco hacía ella con la mayor de las naturalidades. Se presento, y en breves instantes comenzó a hablar con ella, que por supuesto había aprendido perfectamente el italiano, sobre la belleza de la ciudad.
Como si ya se conocieran de mucho antes comenzaron a andar juntos hablando sobre la ciudad, su historia, sus anécdotas, y aunque Clara se consideraba una experta en el tema sentía que no podría sorprender a su compañero en el tema, el cual parecía dominar completamente. Así pasaron las horas y solo el cansancio del viaje la hizo marcharse al hotel, pero con la promesa de volver a encontrarse a la noche siguiente en el mismo lugar.
Y de esta manera fueron llegando los días siguientes, en los que siempre se repetía la misma liturgia. El encuentro en el puente, el paseo nocturno y las interminables conversaciones sobre todos los temas imaginables, historia, política, geografía, costumbres, periodismo... Clara apenas podía creer lo que le ocurría, con él la ciudad aun podía ser mejor y parecía conocer cada rincón de la misma, descubriéndole cosas que desconocía, penetrando en cada recobeco del alma de Roma.
Parecía saber de todos los temas y en el latía la vigorosidad de la juventud y la sabiduría de la vejez a partes iguales.
Finalmente llego la última noche, no había querido pensar en la despedida, pero ahora que no había forma de escapar de ella se sentía profundamente mal. Se arregló mas que ningún día y salió al encuentro de su misterioso compañero. Él la esperaba en el puente como cada noche, pero esta vez no la saludo con dos besos como siempre, sino que la beso directamente en la boca, en un beso que pareció hacerse eterno entre ambos. Todo lo que había tratado de contener los días anteriores en su anterior explotó finalmente y tras el primer beso le arrastro hasta su hotel parándose en cada esquina a besarle como si fuera a escapar de su mano. Al llegar a su hotel hicieron el amor, pasaron la noche juntos, charlando como los días anteriores pero en la calidez de la habitación y de sus cuerpos desnudos abrazados.
Los primero rayos de sol entraron impertinentemente por la ventana creando la sensación de romper el encanto en que estaban. Ella se levantó y fue hacia la ventana, miro el Tiber. Una lagrima acudió a sus ojos y detrás de ella muchas más. Aquella había sido la noche mas mágica de su vida, y cada día de aquella semana no se podía comparar a nada de lo anterior, y ahora todo se acababa, debía volver a la realidad y quizás no ver jamas a ese hombre en el que había encontrado todo lo que buscaba. La rabia y la pena vinieron a rebelarse contra la situación, al tiempo que una pregunta acudía a su boca. Se volvió hacia él y con los ojos arrasados en lagrimas preguntó:
¿Quien eres? Dime ¿de donde has salido? Solo se que en esta semana he sido mas feliz a tu lado de lo que lo he sido en mi vida, me has dado todo lo que podía esperar, pero ni siquiera se nada de ti y dentro de unas horas salé mi avión alejándome de todo esto que he vivido a tu lado.
Él la miro con sus ojos negros y en su labios se dibujo una sonrisa antes de contestar:
¿Aun no lo sabes? Yo soy Romulo y Remo bajando por el Tiber, soy el Senado, soy Julio Cesar muriendo apuñalado junto a la estatua de Pompeyo y soy Bruto clavando el puñal, soy un Emperador entrando triunfante y un ciudadano aplaudiendo, soy un legionario, un gladiador muriendo en la arena, un sacerdote, soy San Pedro crucificado boca abajo, soy un Imperio que cae y un guerrero bárbaro vencedor, soy Carlomagno coronado y Carlos V entrando a saco en la ciudad, soy un Papa constructor y Miguel Angel pintando la capilla Sixtina, soy Garibaldi uniendo Italia y un judío sufriendo la persecución fascista. Soy un partisano liberando la ciudad y un joven indignado clamando justicia. Soy Roma
Entonces ella, con el rostro tranquilo miró sus inescrutables ojos negros y lo comprendió todo, al tiempo que la potente luz del nuevo día inundaba la habitación.

Quitando el polvo a las botellas

Después de casi un año con el local cerrado es momento de volver a abrirlo para quitarle el polvo al mobiliario y sentarnos un rato en buena compañía, como siempre al calor de un café a escuchar historias, a debatir de la actualidad y sobre todo a resguardarse de la tormenta que no arrecia en el exterior.
Aquí dentro siempre habrá un lugar para los soñadores, para los idealistas, para todos a los que alguna vez han tachado de utópicos, no tengáis miedo, entrad y calentaos el alma y aquí juntos podremos ver como las gotas empapan los cristales y a la gente correr perdida buscando algo o alguien que les ayuda a pasar este temporal que parece no tener fin.

jueves, 1 de marzo de 2012

Historias al calor de un café (II)

Año 2015.
Alia abre los ojos con los primeros rayos de luz. Apenas ha dormido un par de horas, le costo muchísimo conciliar el sueño y si finalmente lo hizo fue por agotamiento. Es comprensible cuando sabes que esa es la última noche de tu vida.
Alia nació hace 24 años en Tanger. Era hija de un reputado médico cuyo sueldo daba para mantener con comodidad a su mujer y sus tres hijas. Alia era la menor. Sus padres, aunque religiosos eran tolerantes y nunca la obligaron a llevar pañuelo, aunque igualmente, cuando llego el momento decidió ponérselo, más por no desentonar con sus compañeras que por convicción. Su vida transcurrió serenamente hasta el año 2011, cuando empezaron a llegar a su país aires de cambio dentro de la llamada primavera árabe. De su padre había heredado el espíritu crítico, achacaba a occidente el olvido y el odio suscitado contra ellos, pero también a sus gobernantes la corrupción y la represión contra su pueblo y a los movimientos religiosos su fundamentalismo, sin embargo siempre lo había aceptado como algo inamovible.
Lo que antes parecía incontestable empezaba a dejar de serlo, el pueblo perdía el miedo y de Egipto y Tunez llegaban increibles noticias de gente en plazas que tumbaba tiranos, de represión, pero también de cambio, de muerte y de dignidad. Como si de un virus se tratase se contagio de ese espíritu y pronto comenzó a moverse en grupos opositores al régimen, a participar en manifestaciones, a ir a reuniones clandestinas.
Pronto su energía y su inteligencia destacaron sobre sus compañeros y dos años después de haber comenzado su militancia ya era ella la líder de un movimiento de mujeres que reclamaban el cambio político de su país, pero también sus derechos para no ser tan solo un producto en manos de sus maridos o padres. Al mismo tiempo se enamoro de un joven militante con quien empezó un noviazgo. Su vida no podía ser más plena.
Pero la intensidad del movimiento no paró de aumentar, el gobierno temeroso de los movimientos sociales aumentó su represión contra el pueblo, cada manifestación era susceptible de convertirse en una tragedia.
A principios de 2014, al tiempo que introducía leves cambios en la Constitución, el gobierno endureció el código penal aumentado los casos en los que se pudiera aplicar la pena de muerte y los años de prisión.. Esto conllevó una respuesta social aun mayor, las calles de las principales ciudades de Marruecos se llenaron de gente, pero también de militares. Alia nunca faltaba a las manifestaciones y siempre se posicionaba en lugares principales con sus jóvenes seguidoras tras ella. Su fama se extendió entre el pueblo sediento de libertad de Tanger, pero su nombre también apareció en informes que llegaban a manos de oscuros secuaces del régimen, y fue entonces, cuando una noche entraron en casa de los padres de Alia y dos policías se la llevaron con ellos.
Desde ese momento comenzó un calvario que ya duraba un año. Las palizas en comisaria, las vejaciones, el miedo y el desconcierto de unos padres y un novio que luchaban por su libertad y finalmente una suerte de juicio que la condenaba irremediablemente a la pena de muerte. Recurrieron cuanto pudieron, pero el gobierno se encargaba de que todo eso cayera en saco roto y el 14 de abril fijaron su ejecución en la horca.
Ahora recuerda todos esto, sentada en la cama esperando el fatal desenlace, no lamenta nada de lo que ha hecho, lo volvería a hacer sin duda, solo se arrepiente quizá de no haber sido mas fuerte cuando la torturaron y darles la satisfacción de oirla gritar. Pero eso ya no importa, ya no importa nada, solo sabe que va a morir.
Escucha a través de los muros voces confusas en el cuartel donde se encuentra confinada. Después de un rato escucha como se abre la puerta, se acerca el momento de la verdad y trata de concienciarse para ser fuerte. Para su sorpresa entra en su celda un joven militar con gesto confuso que mira con cautela alrededor acercándose finalmente a ella y extendiéndole un papel con una mezcla de miedo y respeto.
  • Nos acaba de llegar esto desde Rabat.
Lee el papel. “Los milicianos han tomado los principales edificios administrativos y militares, nuestro rey Mohamed VI ha abdicado y cede su poder a un gobierno de concentración nacional que se hará cargo del país hasta la convocatoria de elecciones.”
Cuando termina de leer la carta el militar ya se ha ido, pero la puerta esta abierta. Sin saber si es cierto o aun sueña, sale de su celda y sube a las dependencias superiores donde decenas de militares nerviosos corren de un sitio para otro sin saber que hacer. Pasa inadvertida entre ellos y sin poder continuar por la emoción se sienta en el suelo y estalla en llanto. Así pasan los minutos, quizá las horas, sin poder creer su situación, a esas horas pensaba que ya estaría muerta y ahora volverá a abrazar a sus padres y a sus hermanas, volverá a besar a su novio, tendrá hijos y envejecerá en un país libre.
Finalmente se escuchan ruidos confusos fuera que van aumentando, hasta que irrumpen en el cuartel un centenar de milicianos. Van armados con fusiles, la ropa sucia y el gesto cansado, pero exultantes de alegría. Los militares se miran asustados, pero no es a hacia ellos hacia quien se dirigen, es hacia Alia a la que alzan en sus brazos, ella es su símbolo, así entraran en Tanger.

lunes, 20 de febrero de 2012

Historias al calor de un café (I).

Año 1844.
Friedrich pasea por las mojadas calles de Londres, sin rumbo, avanza como un autómata con la cabeza puesta lejos de todo el mundo que se sitúa ante sus ojos.
Había salido de casa aquella mañana lleno de ilusión, sentía que podría ser el principio de un futuro brillante. Al fin había recibido el recado de la editorial donde hace un mes dejó su obra, un ensayo sobre la sociedad inglesa que le había llevado meses preparar y sobre la que había puesto todas sus esperanzas, ahora nada podía fallar, además iba recomendado por amigos de su padre.
Se presento en el despacho del director con su mejor traje y con la mayor de las convicciones en el éxito, a pesar de los nervios que le atenazaban. Pero toda su seguridad se fue viniendo abajo a medida que avanzaba un discurso lleno de alabanzas que auguraban un fatal “pero” que no tardo en llegar.
  • Lo siento mucho, es una gran obra, pero hemos decidido no publicarla. Es usted demasiado crítico y no va a gustar, no nos podemos exponer con algo así y dudo que cualquier editorial importante esté dispuesta a hacerlo. Lo lamento.
No pudo decir nada después de aquello, tan solo salió cabizbajo y comenzó a andar pensando en que había podido pasar, como todos sus sueños se habían esfumado, todo el esfuerzo de tantos meses perdido. Ahora se echa en cara su exceso de confianza, al fin y al cabo quizá su obra no sea tan buena.
Pero no solo soñaba con publicar una obra de gran rigor y reconocimiento de la crítica, su idea era ir mas allá, su ensayo sería tan solo el comienzo de una espectacular carrera que le llevaría a ser mundialmente conocido, cambiaría el mundo con sus ideas. Todo eso ya solo parece una broma de mal gusto, se irrita con su ingenuidad, a partir de ahora deberá centrarse en seguir atendiendo los negocios de su padre y ya esta, ser uno más, se acabaron los sueños.
De repente repara en que sus azarosos pasos le han llevado hasta el Museo Británico, en cuya bliblioteca ha pasado horas trabajando, parece que el destino quiere burlarse de el y seguir recordándole el fracaso de su exceso de vanidad.
Trata de alejar estos pensamientos y recuerda que no ha comido nada en todo el día, por lo que decide entrar en una cafetería cercana al museo donde sirven una tarta de queso excelente y piensa que tal vez así se anime.
Se sienta junto a la ventana y pide una taza de té y un trozo de tarta. Comienza a degustarlo, pero después de un rato se le corta el hambre, de nuevo todos los pensamientos anteriores vuelven a su cabeza y esta vez con mayor virulencia. Se siente un fracasado, un don nadie condenado a pasar una existencia vacía y gris. Sin apenas darse cuenta se sorprende a si mismo llorando como un niño, se avergüenza, la gente le mira, pero tampoco puede parar.
Está apunto de levantarse cuando de pronto un desconocido se sienta a su lado. Le mira conmovido y le ofrece un pañuelo. Aunque extrañado lo acepta y consigue calmarse un poco.
  • ¿Un mal día, no? No se preocupe, todos lo tenemos. - Dice el desconocido.
Al fin vuelve a la realidad y se fija en que la cara de su acompañante le resulta familiar y de pronto cae en la cuenta de que le ha visto en numerosas ocasiones en la biblioteca del museo, aunque jamás ha cruzado palabra con el. Se siente reconfortado por la compañía por lo que empieza a hablar con el y en poco tiempo se suelta a contarle todo lo sucedido.
  • No se desanime por algo así, le he visto trabajar en la biblioteca poniendo todo el alma en su obra, no pierda la esperanza, en otro sitio valorarán su labor.
  • Si, supongo. Aunque le parezca pueril soñaba con llegar a escribir algo que cambiara el mundo de alguna manera, no debí apuntar tan alto. - Contesta Friedrich recordando de nuevo con cierto pesar el acontecimiento.
  • Quien sabe, quizá lo haga. Yo pienso como usted y también ando trabajando en algo en lo que tengo puestas bastantes esperanzas. Pero que le parece si cambiamos de bar y me comenta algo más de su obra.
  • Si, me parece bien, este sitio no me trae buenos recuerdos. Por cierto, perdón por mi desconsideración, ni siquiera me he presentado, me llamo Friedrich, Friedrich Engels.
  • Encantado, yo me llamo Karl.

viernes, 10 de febrero de 2012

Sobre nuestra supuesta democracia.

Ahora que el frio de la noche ha calmado un poco todo, pero aun tengo muy viva la llama dentro de lo que he vivido creo que es buen momento para relatarlo con la suficiente claridad pero sin perder la indignación del momento.
Hoy he vivido como nos hemos reunido de manera pacífica a protestar por una reforma laboral injusta, que oprime aun más al trabajador. Después de concentrarnos en Sol nos acercamos hasta el Congreso para seguir con nuestra protesta, allí como era de esperar había un gran cordón policial que nos cortaba el paso, por lo que nos paramos ante el y seguimos con nuestras consignas siempre desde el respeto y sin provocar a los policías. Sin embargo tras los primeros momentos un grupo de antidisturbios abandonó el cordón, se acerco a nosotros y comenzó a disolvernos, literalmente a porrazos, cogiendo gente aleatoriamente y dedicándose a someterla ante la impotente mirada del resto, que solo podíamos gritar y rodearles. A partir de ese momento todo fue caos, te alejabas y volvian las cargas, no ponian reparo en cual fuese tu actitud, solo por encontrarte allí eras culpable y razón suficiente para ser tratado con toda la violencia que consideraran oportuno
Y mientras yo solo podía vivir estupefacto lo que ocurría, viendo como a compañeros que solo habían salido a clamar por una situación mas justa se les reprimía sin compasión y viví de cerca la triste situación en la que nos encontramos, donde nos venden una democracia donde si te sales de su guión establecido eres peligroso y pueden aplicar contra ti la violencia y además contando con el poder de que mañana en sus medios te retrataran como un radical peligroso antes las miradas de los telespectadores complacidos de que existan fuerzas del orden que les protejan.
Hoy, por encima del miedo, que no puedo negar que lo ha pasado, ya no solo por mi, sino por todos los compañeros que iban a mi lado, me queda la sensación de rabia y pena por esta realidad velada que es nuestro día a día, pero también orgullo por todos los que hemos estado ahí y todos los que nos apoyan porque nuestro poder es mayor que el de toda su policia y todas sus fuerzas del orden.
Ojala algún día las cosas cambien y no sea ilegal luchar por un mundo mejor y en verdad seamos libres.

lunes, 6 de febrero de 2012

Sobre el sueño comunista.

Después de varias semanas con el café cerrado volvemos a abrir para resguardarnos del frío que nos azota.
Y sentados a la mesa del acogedor café reflexiono sobre el comunismo, sobre sus inicios, sus razones, sus grandezas y bajezas y el futuro que le aguarda.
Nos encontramos su nacimiento en pleno siglo XIX, con la Revolución Industrial en auge, el sueño capitalista y burgués se encontraba en la cima y mientras el pueblo trabajador, que era la gran mayoría vivía en circunstancias de extrema dureza, azotado por la miseria y el miedo, y de todo ello surgió Marx para difundir el comunismo como medida de igualdad, de recuperación de dignidad para todos esos trabajadores oprimidos y una auténtica amenaza para el sistema vigente. Y poco a poco se fue propagando su doctrina, calando entre el pueblo y organizándose lo cual tuvo su culminación con la Revolución Rusa. Quizás el pueblo mas oprimido de Europa, bajo un régimen medieval conseguía levantarse y echar a sus opresores, a la nobleza y al sistema zarista dominante. Parecía el sueño cumplido bajo el mando de Lenin y del partido bolquevique, auténticos herederos de las doctrinas de Marx. Rapidamente toda Europa se levantó contra ese régimen del pueblo y a pesar de terminar de salir de la 1ª Guerra Mundial mandaron a miles de soldados a luchar contra la amenaza comunista, saliendo finalmente triunfante el ejército rojo pese a estar en clara desventaja numérica, tanto era el arrojo con el que luchaban y tan grande era su causa.
En la recién constituida URSS comenzaba a hacerse realidad y el sueño y por el resto del mundo comenzaban a surgir partidos y movimientos que trataban de llevar la revolución mas allá de las fronteras soviéticas. Sin embargo la gran recesión dio impulso a gobiernos fascistas y en la URSS el sueño comenzaba a transformarse en pesadilla bajo el gobierno de Stalin que "purgó" al partido de muchos de los impulsores de la Revolución como fue el caso de Trotsky. Comenzó a caer el país en una vorágine de tiranía bajo oscuros burócratas y mediocres mandatarios, dejando de lado los ideales primigenios, y, tras la Segunda Guerra Mundial en una Guerra Fria con EEUU por la hegemonía mundial llevándola en última instancia a su colapso final, siendo ya tan solo una grotesca caricatura de aquello que Lenin quiso construir.
¿Y en el resto del mundo que? Por Asia proliferaron otros regímenes comunistas, dominados por crueles dictadores que llevaron represión y miedo al pueblo, en vez de libertad e igualdad. En Europa los diferentes Partidos Comunistas fueron sobreviviendo con mayor o menos éxito hasta ir languideciendo paulatinamente inmersos en la sociedad capitalista occidental.
Pero en Sudamérica surgían rayos de esperanzas, el Che combatía incansablemente para llevar igualdad y dignidad a todos los pueblos oprimidos y en Cuba se conseguía ir un paso mas allá, triunfando la Revolución de manos de Fidel y resistiendo hasta el día de hoy un embargo económico y la firme intención de EEUU de acabar con su régimen.
¿Y que panorama tenemos hoy? El sistema capitalista se encuentra instaurado en nuestras vidas y en mayor o menor medida todos somos productos de el, pero su crisis lleva por fin a la crítica directa a sus métodos y un movimiento social sin precedentes en las últimas décadas y en Sudamérica numerosos gobiernos de izquierdas luchan contras las desigualdades y plantan caras a las potencias históricas coloniales. Vivimos tiempo difíciles, de incertidumbre, pero han hecho que el pueblo vuelva a despertar de un largo sueño, solo el tiempo dirá hasta donde llega su poder.
Quizás el comunismo parezca en declive, algo anticuado, pero en cada nuevo movimiento social veo detrás sus ideales con otros nombres y otros métodos pero con toda la fuerza que el enfado y la indignación del pueblo le confieren.
El comunismo que yo defiendo y en el que creo no es la URSS o China, como mucha gente identifica, es el ideal de Marx, de Engels, el arrojo y la determinación de Lenin, la claridad de Trotsky, y sobre todo el ideal de millones de personas a lo largo de la historia que han vivido y han muerto soñando con un mundo más justo, donde todos seamos iguales y no solo productos, donde la dignidad y la valía personal no dependa de tu dinero y tu clase social. El ideal de funcionamiento de una sociedad bajo el modelo que ideó Marx se encuentra posiblemente muy lejos de llevarse a cabo, pero considero que cuanto menos en un bonito sueño al que aspirar y por el que luchar y para quien lo critique que antes se pare a pensar que es lo que proclama, la igualdad entre los hombres.
De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad.

jueves, 5 de enero de 2012

Sobre nosotros y nuestras metas.

Antes de perder el impulso inicial de empezar con algo nuevo, he decidido pasarme de nuevo por aquí a charlar y tomar una caña.
Algunas conversaciones en los últimos días me han hecho pensar en las metas que suelo ver en los jóvenes de mi edad, cuales son sus aspiraciones, y lo cierto es que, con sus pequeños matices todas son peligrosamente semejante. Todo se reduce a grosso modo a tener una buena casa, un buen coche, una nómina con muchos ceros, es decir todo lo que ha compuesto desde hace varias décadas el ideal de vida burgués. Se podría pensar que la actual coyuntura económica ha rebajado estas expectativas, pero nada mas lejos de la realidad, lo único que ha hecho es que la gente este dispuesta a hacer lo que sea para conseguirlo, estar los años que sea estudiando, aprendiendo idiomas y cuando llegue el momento competir con quien sea para llegar hasta el lugar soñado. En este aspecto habrá quien me diga que esto no es malo, que hace que estemos más formados, que valoremos más lo que tenemos, pero yo lo único que veo son robots del sistema, que no se forma como fin en si mismo, sino tan solo como medio, gente que jamas se quejará, que estará dispuesta a soportar lo que sea y que cuando cuando lo consiga solo querrá más y hará lo que sea por mantener su estatus. Y me pregunta es ¿para que? a menudo llega un momento en estos casos que cuando se hace balance te das cuenta que te has pasado la vida persiguiendo algo sin disfrutar de ello, puesto que conseguir cada meta solo te lleva a anhelar la siguiente y ahora que parece que lo tienes todo te das cuenta que no te aporta nada.
Hemos perdido el ideal de ayuda al otro, de arrimar el hombro para conseguir un bien común llegando al individualismo mas absoluto, y hemos perdido la ilusión de las pequeñas cosas, de leer un buen libro tomando un café en una terraza, de las metas relacionadas con sentir y no con tener, de poder llevar una vida digna y poder tener tiempo para disfrutar de lo que tengas. Es una pena, pero esto es lo que somos y a lo que tendemos, deberíamos volver la vista atrás, hacer balance de donde esta la auténtica felicidad y luego mirarnos a nosotros mismos.